jueves, 5 de junio de 2008

Los procesos de mediación (1º parte)


Los procesos de mediación

Cuando hablamos del enfoque histórico-cultural nos situamos ante una perspectiva de carácter interdisciplinar, aunque con una clara fundamentación psicológica y una repercusión científica creciente. Se trata de una propuesta de gran interés para desarrollar análisis sobre los procesos relacionados con la mediación, es decir respecto al papel a jugar por las herramientas mediadoras, físicas o mentales, que suponen un elemento muy relevante en las situaciones de aprendizaje. En todo caso, parece oportuno clarificar el origen conceptual de este enfoque.

El estudio de la naturaleza del lenguaje y su forma dinámica de producción han abierto el camino a los investigadores socioculturales no sólo para proponer unidades de análisis que permitan estudiar el proceso de desarrollo de las funciones psicológicas superiores, sino que también han generado una reelaboración de constructos claves para la teoría histórico-cultural que explican el paso mental de un plano colectivo (externo) a un plano individual (interno) de las ideas, conceptos y sistemas de relaciones (Wertsch, 1994). El dominio de la escritura, y por extensión el de cualquier lenguaje o código, tiene consecuencias en la capacidad de abstracción mental, lo que da como resultado un proceso de descontextualización del conocimiento. A su vez, este proceso facilita el camino a un tipo de pensamiento progresivamente más complejo e interpretativo.

La representación del concepto de mediación

Engeström (1987), apoyándose en diferentes conceptos tomados de la teoría de la actividad, propone una representación de la mediación que denomina “triángulo mediacional expandido”, el cual incluye la noción inicial de mediación como acción individual proveniente de los primeros psicólogos histórico-culturales, pero además incorpora otros componentes. En la representación gráfica de este triángulo (ver figura 1) en su parte superior se identifica el nivel de acción mediada individual (sujeto-mediador-objeto). Pero dicha acción a su vez resulta influida por otras personas (comunidad), reglas sociales y la división del trabajo entre el sujeto y los otros. Más específicamente, la comunidad hace referencia a los que comparten el mismo objeto; las reglas se refieren a las normas y convenciones que rigen las acciones dentro del sistema de actividad en el que nos encontremos; la división del trabajo finalmente se refiere a la diferenciación de las acciones orientadas a los objetos entre los miembros de la comunidad. Todos estos componentes forman parte del sistema de actividad y no actúan aislados o desconectados, por el contrario se trata de una situación dinámica sujeta a flujos que constantemente generan cambios y transformaciones.

Desde este punto de vista, los instrumentos son los elementos que dan acceso a la cultura. Partiendo de su dualidad conceptual y material, los instrumentos facilitan la relación del individuo con los grupos sociales. La manera de concebir y utilizar los instrumentos da pie a la creación de diferentes modelos culturales.

La situación inicial es aquella en la que el sujeto accede a un objeto. Aquí el término objeto se utiliza en clave epistemológica, el objeto puede ser un elemento físico, también puede ser un concepto, una idea, o una teoría. Inicialmente la relación es lineal sujeto-objeto. Si se establece un elemento de mediación, que es lo que habitualmente ocurre en el ámbito educativo, el recorrido ya es distinto respecto a una experiencia directa. El instrumento mediador realiza una traducción o intermediación entre el sujeto y el objeto. Y si matizamos o dimensionamos más ese concepto de instrumento mediador, le damos una tercera dimensión por decirlo así; entonces esa mediación ya utiliza reglas, claves sociales, fórmulas, modelos de trabajo, etc. Es decir, vamos complicando el concepto de mediación.

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